Aprovechando la cuarentena, durante los 15 primeros días de la misma y aprovechando que tenía dos medios cocos de helado, he podido, gracias al tiempo libre que este encierro forzoso nos proporciona, ampliar en dos naves mi ya abundante flota naval. A continuación un exposición gráfica del procedimiento de trabajo en el astillero, y por último las naves ya botadas, una Goleta armada, y una Unireme.











He aquí el resultado. Siempre se me han dado bien los trabajos manuales, afición que he transmitido a mi hija.



Esto de los barquitos no alimenta pero entretiene y mucho en estos días de confinamiento. Todos pasan la prueba de flotabilidad. Todo es material reciclado.
Los cañoncitos que son puntas de paraguas, si se cargan con una cerilla machacada y se les aplica calor, disparan de verdad, así, que se vaya preparando el coronavirus ese de las narices, que le ha salido un enemigo inbatible.