Le llaman estado de alarma, pero realmente es estado de excepción; en ningún caso el estado de alarma justifica legalmente el confinamiento de toda la población de un país. ¿Estamos en guerra?, en una guerra convencional con tanques y aviones seguro que no, de momento, pero lo cierto es que la canción más escuchada estos días es “resistiré” y la frase más repetida “entre todos ganaremos esta guerra”, suena a lenguaje bélico.
Los servicios de inteligencia de los distintos países no se ponen de acuerdo en si esto ha sido un accidente o un acto intencionado, tampoco se ponen de acuerdo en de qué país ha podido venir la agresión, si es que la ha habido, puesto que las cosas siguen estando muy confusas y nada es lo que parece. La que sí parece que está más al tanto de lo ocurrido es Rusia, que fue de los primeros países en cerrar sus fronteras cuando aquí en la Europa Meridional se tomaba a broma el virus.

El tema de la posible intencionalidad lo dejo para otro momento en que repasaremos el principio general de derecho penal, el adagio romano “cui bono, qui prodest”, ¿ a quién beneficia?, porque lo ocurrido, sin duda, perjudica a muchos, pero beneficia a algunos.
Lo que ahora debe llamarnos la atención es saber qué ocurrirá el día después, si seguiremos como hasta ahora o algo cambiará.
Que nadie se engañe, cambiará todo, nada volverá a ser igual.
Cuando acabe la guerra nos espera el mayor recorte de libertades individuales que haya conocido la Historia. Lo de tener que semidesnudarse para subir a un avión nos parecerá poco con el mundo orweliano de geolocalización que está llegando.
Nos dicen que hay declarada una Pandemia mundial.

Cierto pero, ¿era necesario el confinamiento de toda la población del país, sin que el estado de alarma habilite constitucionalmente al gobierno para ello?
¿Era necesario hundir la economía de nuestros países?.
Se sabe que en las personas jóvenes y sanas el virus viene a ser una simple gripe y en algunos caso ni eso, pues hay personas que han pasado el virus y ni se han dado cuenta.
Virólogos prestigiosos dicen que el virus se acabará por sí solo cuando la mayor parte de la población esté infectada y haya desarrollado anticuerpos.
Se sabe perfectamente cuál es la población de riesgo: ancianos y no ancianos con patologías previas.
Ergo, ¿no hubiera sido más fácil confinar y proteger sólo a la población de riesgo?. Estamos viendo que aquellas residencias de ancianos que ellas mismas se auto recluyeron a tiempo están pasando la pandemia sin bajas.
En Italia, en el inicio de la crisis, se aisló el foco de infección. Es cierto que ha tenido muchos infectados, pero territorialmente concentrados, en cambio en nuestro país se ha actuado con excesiva negligencia, que sin duda alguien llevará a los tribunales pues, cuando ya se sabía lo que estaba pasando en Italia, aquí se mantuvieron actos multitudinarios que han sido las principales causas de la rápida extensión de la pandemia entre nosotros.
Una cosa sí que hemos aprendido: Que la deslocalización de empresas nos deja indefensos. Lo vemos cuando prácticamente todo el material necesario para combatir la pandemia se tiene que comprar en terceros y lejanos países, habiéndose dado ya casos de piratería entre distintos Estados robándose los unos a los otros cargamentos de material ya comprados y pagados.
Espero que esto nos haga abrir los ojos; necesitamos tener dentro de nuestro territorio las industrias suficientes, no sólo para dar ocupación estable a nuestra gente, sino también para no depender de terceros en coyunturas como la presente, que muy probablemente se repitan en el futuro.
Las empresas han de olvidarse ya de los grandes beneficios empresariales produciendo barato en lejanos países.
Los consumidores han de olvidarse ya de querer comprarlo todo a precio de mercadillo.
El virus nos ha demostrado que todo eso era pan para ayer y hambre para hoy.