Ahí lo tenemos, el Paseo que teníamos al inicio de la transición y el que nos han dejado 40 años después.

Dese luego que no hay color. De lo que teníamos a lo que tenemos creo que hemos perdido y mucho y, lo que es peor, a pesar del mucho gasto realizado, no se atisba solución ni a corto ni a medio, ni quizás tampoco a largo plazo. Lo mal hecho mal hecho está. El centro histórico de Sabadell no es mas que una plaza dura, calurosa en verano y fría en invierno.
No es el momento de llorar por la leche derramada pero, de este desaguisado sin solución, culpables los hay y muchos, más de los que debieran y que miran para otro sitio como si la cosa nunca hubiera ido con ellos. La pendiente irreversible de ciudad a barriada empezó hace años, ahora simplemente recogemos sus frutos.
Qué gran oportunidad se perdió no adquiriendo el Ayuntamiento el solar del antiguo Euterpe, con salida a tres calles: lo expuse en la comisión de urbanismo en mi breve etapa de concejal, pero si quieres que la «intel.ligencia» local apruebe una cosa, realmente lo que has de proponer es la contraria. En esas manos estamos. El centro con tres parquings sin entradas ni salidas adecuadas; el Paseo Manresa, que el año 60 del siglo pasado dejó de ser un cuello de botella y pasó a representar la parte más moderna de la ciudad, ha vuelto a sus orígenes, al cuello de botella que mata definitivamente la Vía Massagué.
Prestemos atención a la fotografía siguiente, es de 1925.
¿Alguien podría adivinar en que parte de la ciudad estaba esta construcción que se parece tanto a la entrada/salida de parquing inconclusa del Paseo Manresa?.

¡Cierto!, efectivamente, estamos en 1925 en la Rambla esquina Alfonso XIII y se trata de la entrada originaria a la Estación de Los Ferrocarriles Catalanes.
Alguien, hace 95 años, se dio cuenta que la Rambla no se merecía este armatoste y se encontró la solución que ha funcionado hasta hace un par de años, la discreta pero efectiva y céntrica estación antigua de los FFGG.
La duda que me viene a la cabeza es si los responsables urbanísticos de hace 100 años tenían más o menos neuronas en buen funcionamiento que los que hemos sufrido en la últimas décadas.
Urbanísticamente la ciudad va por el buen camino, de derrota en derrota hasta la victoria final, vuelve el tocho y con él vuelven los finqueros, nunca se fueron del todo, simplemente estaban agazapados esperando un mejor momento.