REALIDAD VIRTUAL VERSUS REALIDAD REAL
¿Existe la opinión pública ?
Haberla háyla, pero quizás la pregunta correcta sería ¿cómo se conforma la opinión pública?, ¿qué mecanismos influyen o llevan al público a pensar o actuar en un sentido y no en otro?.
No hace tantos años que la única realidad que existía, al menos para el público en general, era la realidad real; real que viene del vocablo latino “res” que significa cosa. Algo real es algo que tiene los caracteres propios de una cosa que puede ser percibida por alguno o varios de los cinco sentidos corporales: vista, oído, tacto, olfato y gusto, siendo real todo aquello que se pueda ver, oír, tocar, oler o saborear.
Sin embargo la era digital lo ha trastocado todo y lo virtual se impone muchas veces sobre lo real de manera que para el público profano, e incluso para el no profano, es muy difícil saber si tal o cual hecho que nos muestran los medios de comunicación con todo lujo de detalles es un hecho real o simplemente es un engaño virtual.
El caso más conocido en el que la ficción se impuso sobre la realidad es la adaptación radiofónica que en 1938 Orson Welles realizó sobre la novela “La guerra de los mundos”, donde trataba sobre una invasión marciana de la Tierra. Si bien es cierto que al inicio de la emisión radiofónica se avisó que se trataba de una obra de ficción, también fue cierto que el público que sintonizó la emisora una vez iniciado el programa creyó que efectivamente los marcianos estaban atacando la Tierra, cundió el pánico y pasó de todo.
Lo mismo ocurrió en Quito (Ecuador) en 1949 con la emisión por radio de esta misma adaptación, el pánico hizo que la gente huyera a las montañas y cuando se descubrió el engaño la masa encolerizada prendió fuego a la emisora.
Estos hechos ocurrieron en épocas en que los medios de comunicación de masas eran la prensa escrita y la radio, aún no se conocía la televisión y la digitalización quedaba aún muy lejos por llegar.
Actualmente existen unas empresas llamadas de efectos especiales que han llegado a tal grado de perfeccionamiento que pueden hacer pasar por documental aquello que no lo es ni existe. Estos especialistas ya no trabajan sólo para el cine, sino que están siendo requeridos tanto por los servicios de inteligencia de diversos países, como de grupos insurgentes, y en ambos casos se busca lo mismo, influir en la opinión pública para que esta se decante por una u otra posición.
La televisión sigue siendo el medio principal por el que se informan las mayorías, lo que no sale en televisión no existe. Sólo un pequeño número de personas manifiesta la curiosidad crítica necesaria para preguntarse por los errores que se aprecian en tales realidades virtuales y a quién beneficia hacer que la opinión pública mire para un sitio o mire para el otro.
Es aquí donde podemos apreciar que en muchas ocasiones la opinión pública no es espontánea, sino que se puede crear y moldear, todo depende de los intereses en juego y de las capacidades técnicas y económicas de los interesados en llevar o no llevar el “agua a su molino”.
¿Podría hoy producirse un hecho como el de 1938 en USA y 1949 en Ecuador con la transmisión radiofónica de «La guerra de los mundos»?
Si con una simple emisión de radio pudo provocarse tal grado de supuesto realismo y pánico consecuente, ¿qué no se podrá hacer hoy con los medios técnicos actuales ?. Efectivamente puede hacerse eso mismo corregido y aumentado.
Es más, ¿quién dice que tal alteración de la realidad real no se está produciendo en la actualidad?.
¿Son ciertos algunos actos execrables con, los que hoy si y mañana también, nos obsequian los noticiarios?, o, de lo que realmente se trata es de cotejar las reacciones del público y su grado de aceptación o rechazo.
Los sofisticados medios técnicos, susceptibles de falsear la realidad, hacen que en ocasiones ni siquiera podamos estar seguros de aquello mismo que estamos viendo con nuestros propios ojos.
No hace falta que concurran importantes intereses en conflicto para falsear la realidad, una simple fotografía tirada desde el ángulo o la distancia adecuada o inadecuada (sistema muy usado en política) pueden hacernos agradable o desagradable a determinada persona antes de prestar atención a sus argumentos.
Y a nivel más perverso, cuantos hechos que nos hacen pasar por gravísimos no son sino puesta en escena de efectos especiales necesarios para que la «opinión pública» acepte cosas que de otro modo no aceptaría.
Matrix está entre nosotros y para combatirla no existe mejor arma que un buen sentido crítico por parte del público en general.