EL FALSO COMBATE CONTRA LA DELINCUENCIA.
¿Realmente se combaten las enfermedades sociales o simplemente lo que se combate es la fiebre que producen tales enfermedades?.
Me explico: ¿Realmente se combaten las causas que provocan las lacras sociales o simplemente nos conformamos con combatir sus efectos más dañinos?.
Me voy a centrar en este artículo en una de las lacras sociales cuyo aumento, en número e intensidad, ha sido muy considerable de unos años para acá.
LA DELINCUENCIA.
Ser delincuente ha pasado de ser un hecho vergonzante, cosa de pobres y marginales, a convertirse en una profesión donde ha calado en profundidad el principio capitalista de especialización y división del trabajo. Un ejemplo de ello lo tenemos en el asalto a viviendas: uno fuerza de cerradura, pero no entra, delito leve de daños, castigo insignificante, otro viene después y entra en la vivienda, hurto, no hay fuerza en las cosas, castigo leve insignificante.
Lo primero que hemos de preguntarnos es si la delincuencia, en sus muchas variantes, constituye o no una parte importante del motor económico de una sociedad moderna de economía de mercado, y, si lo pensamos con detenimiento, tendremos que llegar a la conclusión que efectivamente la delincuencia tiene un peso importante en la economía de una sociedad moderna.
¿Puede un Estado moderno acabar con la delincuencia?:
Nunca será al completo, pero sí que se tienen los medios necesarios para reducirla hasta límites testimoniales.
¿Cuánto le cuesta a las arcas del Estado el mantenimiento de un hombre en prisión?
Mucho dinero, muchísimo más de lo que la gente cree, muchísimo más que la mayor de las pensiones de la Seguridad Social.
¿Es cierto que el sistema moderno económico necesita altos índices de delincuencia?:
Efectivamente la economía de mercado moderna necesita de un alto índice de delincuencia.
¿Qué ocurriría si el Estado redujera el índice de delincuencia hasta límites testimoniales?:
Necesariamente habría que reducir el aparato del Estado, empezando por la reducción del número de funcionarios: prisiones, administración de justicia, cuerpos de seguridad, médicos forenses, abogados del Turno de Oficio, psicólogos, etc, sin olvidar el coste de la construcción y mantenimiento de las prisiones. juzgados y comisarías, el coste de la alimentación y servicios médicos de los presos, etc.
¿Aparte del aparado del Estado, la reducción de la delincuencia afectaría al sector privado económico?
Evidentemente que sí, p.e. las empresas de todo tipo que participan en el diseño, la construcción y el mantenimiento de las prisiones y edificios judiciales y policiales, las empresas que proporcionan el mobiliario para tales edificios, las que proporcionan vestuario y alimentación, sin olvidar las empresas de seguridad, los fabricantes de alarmas, los de vehículos blindados, las empresas de desocupación de viviendas ocupadas, y la lista no acaba aquí.
¿Por qué un Estado moderno, con todos los medios tecnológicos que tiene a su alcance, no puede acabar con los altos índices de delincuencia?
El Estado moderno, respecto de los altos índices de delincuencia y su mantenimiento o eliminación, lo primero que hace es tener en cuenta y confrontar un paralelogramo de intereses en colisión, es decir, los pros y los contras.
Cojamos una balanza y en uno de sus platillos pongamos los daños que causan a la sociedad los altos índices de delincuencia.
En el otro platillo de la balanza ponemos toda la actividad económica que generan los altos índices de delincuencia de los cuales devienen beneficios económicos para la sociedad, el principal de los cuales es la creación de puestos de trabajo, funcionariales y no funcionariales.
Mientras el fiel de la balanza se incline del lado de la gran actividad económica que generan los altos índices de delincuencia, los daños que ha de soportar la Sociedad se considerarán daños colaterales asumibles.
Ergo, salvo que la gente corriente, que suele ser la más perjudicada, diga basta, nuestras calles mantendrán altos índices de inseguridad durante los próximos años.