De un tiempo a esta parte se ha acrecentado la conciencia social sobre la necesidad de combatir el despilfarro alimentario que se genera en el decurso de la cadena alimentaria.
Para quienes sufrieron en sus propias carnes el rigor y las estrecheces de la postguerra arrojar los alimentos como desperdicio es calificado poco menos que un sacrilegio.
No obstante, en la sociedad actual, un tercio de los alimento producidos se despilfarra. Ello repercute en el ámbito medioambiental e incide en la escasez de recurso naturales y tiene efectos sobre el cambio climático. Las principales causas del despilfarro de alimentos son la falta de concienciación, la inadecuada planificación de las compras, la falta de conocimiento sobre las técnica de almacenamiento, la confusión entre las fechas de caducidad y de consumo preferente.
En Cataluña, los restaurantes están obligados por ley a ofrecer a sus clientes la comida sobrante para que puedan llevársela en un táper a casa.
Debe promoverse el consumo de productos de temporada y proximidad. No desperdiciar los alimentos sobrantes. Tomar debida conciencia del valor de los alimentos, lo cual unido a la práctica del reciclaje culinario y la gastronomía circular contribuirá a preservar una economía sostenible saludable y a frenar o ralentizar la cada vez más acentuada escasez de recursos naturales, y, además, a la postre, la cesta de la compra lo agradecerá.
Bienvenida, pues, la legislación regulatoria de las sobras.
José María Torras Coll
Sabadell