Es uno de los recuerdos que tengo muy vivo; tenía yo 12 años y estaba cursando 2ª de Bachiller Elemental en el Instituto Técnico Fernando Casablancas, cuando a todos los críos del Instituto y del resto de colegios de la ciudad nos llevaron ordenadamente clase por clase a la calle Convento dónde estaban sitos los servicios médicos de empresa, y allí toda la población de esas edades de Sabadell fuimos vacunados contra el cólera.
El brote de desató en la ribera del Jalón y afectó principalmente a Zaragoza.
La verdad es que los críos lo tomábamos como un juego, antes y después de la vacunación. Corrían los chistes y las bromas entre nosotros: ¡cuidado, cuidado, que viene el cólera!
Pero ocurrió una cosa que me dejó muy impactado.
La España de hoy está a años luz de la de entonces, para empezar, en aquella época no había en el país un sólo horno crematorio y en cuanto a televisión, sólo había una, también exsitía la segunda cadena, pero se veía muy mal.
Estaba yo muy interesado en el tema y por eso mi padre me permitía quedarme de noche sólo a ver las noticias de última hora en la tele, antes de que pusieran el himno, con el volumen bajo cuando el resto de la familia ya dormía. Esa noche, televisión española fue al foco de la infección, la ciudad de Zaragoza y concretamente a la plaza de la Independencia.
Como ya he dicho, al parecer, en la España de entonces no existían hornos crematorios, de manera que a lo lejos el cámara de TV enfocaba una pila de maderos, más bien traviesas de vía de tren, a la que en un momento dado alguien prendió fuego.
Entonces el cámara de TV, a pesar de la censura existente, aprovechó para acercar el teleobjetivo a incendio y allí estaban: varias docenas de cadáveres desnudos y amontonados sobre las traviesas de vía de tren que empezaban a coger llama. No fue un segundo ni dos, fueron varios minutos largos, que no acabé de ver, pués me entró miedo, apagué la tele y me metí rápidamente en la cama.