Un Presidente de una Cámara de Representantes políticos, como es el Congreso de Diputados, debe cumplir con lealtad y fielmente con su alta función institucional, con objetividad, neutralidad ,imparcialidad, y, con estricta y escrupulosa sujeción a la legalidad, rehuyendo cualquier tentación sectaria y partidista.


El inexplicable error del Diputado Casero debe abordarse, además de con sentido común, con arreglo a los precedentes, y, al principio consustancial según el cual todo Diputado ostenta la representación personal e insustituible de la voluntad de sus electores por lo que cualquier toma de decisión ha de interpretarse siempre en el sentido más favorable a esa representatividad.
Lo que no puede un Presidente del Congreso es adoptar unilateralmente una decisión de tanta relevancia y enorme trascendencia que afecta nada menos que al desenlace de una reforma laboral, sin antes consultar a la Mesa del Congreso, como específico órgano de consulta que fortalece el sentido democrático de las decisiones de la Cámara.
Pero es que, además, ante un eventual error en la emisión del voto por vía telemática, lo lógico es que se recabe la confirmación del parlamentario emitente y ello sin perjuicio de que el Diputado se persone en la Cámara para aclarar el equívoco y ejercer el voto presencial. El voto personal, presencial, además, conlleva que el voto telemático se declare nulo y se tenga por no emitido, cuando el Diputado aclare que incurrió en un error lamentable.
Ese proceder precipitado de la Presidenta del Congreso al adoptar, sin consultar, una decisión unilateral, presidencial, tendrá, a buen seguro, consecuencias políticas y puede llegar a tener responsabilidades legales, al verse seriamente comprometida la imparcialidad, la objetividad, y alterado el resultado final de la votación, pues de darse por bueno el voto del torpe Diputado, se habría producido un empate que abocaría a un nueva votación, y, precisamente votar es la fórmula genuina de expresar democráticamente la voluntad de quienes en el Congreso de Diputados representan a sus electores ,es decir, a los ciudadanos destinatarios de esa trascendente reforma laboral.
No deja de ser curioso que quien erró en el voto telemático se apellide Casero, votando desde su casa, y, la Presidenta del Congreso, con su proceder, dirimiese para casa, es decir, declinando en beneficio del PSOE.
En cualquier caso, asistimos a un espectáculo grotesco, propio de un sainete, bochornoso.
Un Diputado que no acierta en pulsar la tecla correcta y una Presidenta autoritaria que impone unilateralmemte su voluntad, sin consultar a la Mesa, permitiendo que la ley se apruebe en un turbio escenario de equivocidad.
José María Torras Coll
Sabadell