En la jornada electoral de las autonómicas de Castilla y León se ha producido una pírrica victoria del PP que fue el partido convocante de los comicios. Los resultados no cumplen las expectativas albergadas por Casado por lo que van a condicionar la eventual convocatoria electoral en Andalucía e incluso pueden llegar a cuestionar seriamente la candidatura de Casado a la Moncloa, aun cuando estemos en el ecuador de la legislatura y todavía resten dos años para las elecciones generales.


La emergente figura de Ayuso o la sostenible del flemático y pragmático Nuñez Feijóo pueden cobrar un inusitado protagonismo. Ambos han conseguido mayorías, y, especialmente, Isabel Ayuso, con una hegemonía arrasadora en la Comunidad de Madrid.
Cabe destacar el espectacular incremento de escaños obtenido por Vox, si bien no puede orillarse un posible trasvase de votos hacia la derecha de votantes de Ciudadanos. Partido en derribo, en su ocaso, que va languideciendo en cada votación. El PP ni siquiera se beneficia de la estrepitosa debacle de Ciudadanos que parece nutrir exclusivamente a Vox.
Se ha acentuado, por lo demás, la fragmentación del arco parlamentario con la irrupción de partidos localistas como Por Avila, Soria Ya, o la Unión del Pueblo Leonés que siguen la estela de Teruel Existe y otros. Reflejo de esa España vaciada que se siente ignorada y preterida.
Ello pone de manifiesto que se consolida una clara tendencia atomizadora frente al conservador tradicional bipartidismo, y, a la vez, muestra el enfado, el descontento y el desafecto de la ciudadanía hacia los principales partidos políticos lo que incidirá en la obligada política de pactos y en la gobernabilidad.
El fiasco del azaroso voto telemático del diputado Casero, puede, junto a ese apretado resultado electoral que no cumple las experimentales expectativas depositadas, pasarle factura a Casado, al errar en su egoísta estrategia de usar esas elecciones como trampolín en sus personales aspiraciones políticas poniendo en solfa su liderazgo.
No resultaría descabellado afirmar que quizás sea el momento adecuado para que los grandes partidos políticos den paso a la mujer que en la sociedad actual está llamada a una mayor participación en cargos electos, en la administración pública, en el mundo académico y en el sector privado y debe potenciarse su derecho a no sólo participar, a formar parte de las listas de candidatas, sino ofrecerle la responsabilidad del liderazgo y la gobernanza democrática.
José María Torras Coll
Sabadell