Una incalificable pifia del portero del PSG, al regalar el balón, ante la fuerte presión del rival, metió de lleno al R. Madrid en el partido y en la eliminatoria que tenía perdida.
Se gestó otra épica remontada de un equipo con gen ganador, con fe, orgullo y alma competitiva, aflorando el miedo escénico valdánico que paralizó e hizo temblar las piernas del adversario.
En escasos minutos memorables, con el público enardecido, dio la vuelta al marcador, consiguiendo la proeza que parecía imposible, haciendo honor a su gloriosa y legendaria historia y a la mística del eterno Juanito en la Champions League.
Ante el prodigioso triplete eléctrico de Benzema, y con el Bernabéu en éxtasis, los astros del multimillonario equipo del jeque se apagaron.
La estrepitosa derrota sentó muy mal al Presidente del PSG que no supo digerirla, y, enfurecido, acudió a los vestuarios en busca del árbitro, protagonizando un comportamiento matonil, impropio de un dirigente de fútbol profesional.
Un penoso y lamentable incidente antideportivo, al irrumpir destempladamente, vociferando, en el vestuario del árbitro, con malas maneras, y, además, gritando en tono amenazante a un empleado del club madridista, exigiéndole que borrase las imágenes grabadas con un teléfono móvil para evitar su viralización. Conducta indigna y reprochable, tributaria de una sanción ejemplar por parte de la UEFA.
El faraónico proyecto ganador del PSG que, sorteando el Flair Play financiero, ha costado y cuesta un dineral, con la incorporación de Messi para formar un tridente histórico, junto con Neymar y Mbappé, finiquitó. Se quedaron sin los cuartos.
José María Torras Coll
Sabadell
INITINERE 