La pregunta del millón, que nadie se hace, es si la OTAN tiene o no tiene derecho a desplegar sus misiles en Ucrania, mirando hacia Moscú. Si la respuesta es afirmativa, entonces Rusia también tendría derecho a desplegar sus misiles en la isla de Cuba, a las puertas de Estados Unidos, como ya ocurriera durante la presidencia de Kennedy, hecho que puso al mundo al borde del holocausto nuclear. Por suerte entonces funcionó la diplomacia y el ucraniano Kruschev (el Putin de la época) retiró los misiles rusos de Cuba, a cambio, Estados Unidos se comprometió a no invadir la isla en el futuro. Quizás, ahora como entonces, pueda ser ésta la solución, la garantía de no misiles a cambio de la garantía de no invasión.
Hay cierto paralelismo entre lo que ocurrió en la guerra civil española (1936-1939) con lo que está ocurriendo la guerra de Ucrania, que aunque desde hace tres semana ha devenido en invasión rusa, en 2014 ya empezó como guerra civil con la sublevación de las provincias orientales prorrusas de religión ortodoxa e idioma ruso, contra la parte occidental del pais, pro unión europea y mayormente de idioma ucraniano y religión católica de rito uniata.
También en España los inicios de su guerra civil podemos encontrarlos en octubre de 1934 con la sublevación de Cataluña y la revolución de Asturias, dando paso año y medio después, en julio de 1936, a que la Península fuera invadida por un ejército colonial proveniente del otro lado del Estrecho. Ucrania ha sido invadida por un ejército proveniente allende su frontera oriental.


En la guerra de Ucrania parece que el mando ruso tenía previsto que durase tan sólo unos días y ya llevamos un mes.
También los sublevados de la guerra de España pensaron que la misma era cuestión de semanas y sin embargo se alargó casi tres años por dos motivos que coinciden con los del alargamiento de la guerra de Ucrania.
El primero de ellos fue el reparto de armas a la población civil para que se enfrentara a un ejército profesional.
El segundo de ellos fue el pacto de no intervención de las democracias occidentales por aquello de evitar el mal mayor que suponía una guerra directa con Alemania
Los tres años de guerra en España supusieron la destrucción de sus ciudades, la muerte, mutilación y exilio de una parte importante de sus ciudadanos, así como la ruina económica, el hambre y endeudamiento del país tras tener movilizados en los frentes a dos millones de soldados, uno por bando, en una población de tan sólo 25 millones de habitantes (el III Reich tenía 100 millones de habitantes al inicio de la IIªGM).
En Ucrania, como ya ocurriera en España, se da también el acuerdo de las democracias occidentales de no intervención, que la guerra y destrucción quede acotada dentro del territorio ucraniano, no sea que el oso ruso les de también a ellos un zarpazo.
En Ucrania, como ya ocurriera en España, también se han repartido armas a la población civil para que se enfrentase a un ejército profesional y bien equipado, contra el que no tienen nada que hacer, salvo alargar el sufrimiento, por lo que el pacto de no intervención directa de las democracias occidentales agrupadas en la OTAN conlleva necesariamente que Ucrania, como ya ocurriera en España, tenga la guerra perdida de antemano.
Entonces, ¿qué sentido tiene mantener abierta una guerra que sin la intervención directa de la OTAN, está perdida de antemano?.
La única respuesta que se me ocurre es la misma que ya ocurriera en España: ganar tiempo, ganar tiempo hasta que la OTAN, concretamente Estados Unidos e Inglaterra, esté en condiciones de afrontar una guerra mayor que todos los analistas predicen como inevitable, el histórico enfrentamiento entre Oriente y Occidente: Persia contra Grecia, Cartago contra Roma, el Islam contra el Cristianismo, el comunismo contra el capitalismo; en resumen, lo de siempre, el choque de civilizaciones, de valores, entre Oriente y Occidente.
De momento, el alargamiento del conflicto sirve, como ya ocurriera en la guerra civil española, como campo de pruebas del nivel al que ha llegado la tecnología militar. ¿Ocurrirá en Ucrania como ya le ocurriera a la IIª República española?, donde la guerra contra Franco acabó con una sublevación de las tropas anarquistas y socialistas contra la dirección comunista que quería alargar la guerra innecesariamente cuando la misma estaba ya irremediablemente perdida; es decir, se rebelará una parte del ejército de Ucrania contra sus dirigentes políticos para acabar con una guerra que tienen perdida y cuyo alargamiento sólo produce, como produjo en España, mayor destrucción de sus ciudades, más muerte y mayor exilio de su población.
Por otro lado a Ucrania, como ya ocurriera a España, la ayuda armamentística no le saldrá gratis, de una manera u otra tendrá que pagarla (la República Española pagó al contado la ayuda militar recibida de Rusia; Franco pagó a crédito la ayuda recibida de Italia y Alemania, en 30 años en el caso de Italia). El complejo militar industrial, del que nos prevenía el general y presidente norteamericano Eisenhower, estará bien contento, a mayor duración de la guerra mayores beneficios.
Y tras la guerra vendrá la reconstrucción de la Ucrania arrasada, será entonces la hora de los financieros internacionales que ofrecerán préstamos a Ucrania del que sacarán buen provecho las constructoras occidentales.
Y todo ¿para qué?, para llegar al mismo sitio donde se podría haber llegado sin guerra, lo inevitable, lo que ya ha ocurrido tantas veces a lo largo de su historia, la división de Ucrania entre oriente y occidente, no olvidemos que el significado del vocablo “ucrania” no es otro que el de “frontera”, los ucranianos son “los habitantes de la frontera”.
Svetlana P. (socióloga)