Empezó una nueva mañana de vistas en un primer instancia civil, dándose la causalidad que en el segundo o tercer juicio la parte actora estaba defendida por un joven abogado al que el día anterior en un juzgado de lo social el juez sustituto hubo de llamarle al orden por tomarse el asunto como algo personal sin observar la debida distancia profesional aconsejable que todo abogado debe mantener respecto del litigio si no quiere perder perspectiva.


Acabada la vista, Su Señoría quiso ser amable con el muchacho para compensar la regañina del día anterior: veo que ha seguido usted mi consejo de ayer y veo también que es usted un todo terreno, ayer en lo social, hoy en lo civil.
El joven abogado en vez de agradecer el detalle se giró hacia el estrado y con mal semblante respondió al juez sustituto lo que nunca se hubiera atrevido con un juez titular,
¡Lo mismo podría decirse de usted, ayer en lo social y hoy en lo civil!
A lo que el Juez sustituto, que ese día estaba inspirado, respondió sin perder la sonrisa: pero hombre, no compare usted, esto de ser juez es bien sencillo, basta con saber leer y escribir, el trabajo de campo ya lo hacen ustedes, los abogados; en cambio ser abogado es otra cosa bien diferente, desde que se recibe al cliente en primera visita y te cuenta su historia, hasta que presentas demanda en el juzgado y luego defenderla en sala tras proponer y practicar prueba, para eso no vale todo el mundo.
En la sala todos callaron y siguieron saliendo para dar paso al siguiente juicio. El juez sustituto pudo permitirse el lujo de decir estas palabras porque en ese momento tenía en su haber 18 años de ejercicio efectivo de la profesión como abogado de tribunales, con vistas casi a diario, hasta el extremo que algunos jueces de carrera no tenían reparos en consultarle sobre asuntos en los que ellos carecían de experiencia.
Te has pasado un poco le indicó la secretaria judicial que era una defensora acérrima del sistema de oposiciones, pensaba aquello de como yo las he sufrido ya sé leer y escribir, así que los demás también tienen que pasar por lo mismo.
Puede ser, pero mira, puntualizó el juez sustituto: el sistema de acceso a la judicatura por oposición es de una gran crueldad y no todos los que aprueban salen emocionalmente ilesos del mismo. Ese sistema se consolidó en la España de los años cincuenta del siglo pasado, época en la que casi coincidían el número de aspirantes con el número de plazas ofertadas, de manera que si no entrabas ese año, entrabas el siguiente. La educación primaria terminada a los 12 años, el bachillerato elemental iba de los 10 a los 14 años, momento en que casi todos los jóvenes iniciaban su vida laboral, el bachillerato superior lo cursaban cuatro y en la universidad entraban sólo los de siempre, nada que ver con lo de hoy en día donde por cada plaza ofertada, sea de la oposición que sea, se presentan miles de aspirantes.
Peor es que lo está pasando ahora, insistió la secretaria: ¿te acuerdas de fulanito?, sí, hombre, aquel auxiliar que el año pasado estaba en Familia; pues por promoción interna ascendió a oficial y de ahí ha saltado hacia arriba, hace unos días salió en el Boe que le han nombrado magistrado por el cuarto turno, se ve que está bien apadrinado.
En su nombre no me había fijado, le respondió el Juez sustituto, pero ves a ese chico tan formal sentado entre el público, hace unos meses era profesor agregado en la Pompeu Fabra, ganando una miseria, también hace unos días el mismo Boe traía su nombramiento como magistrado por el cuarto turno, me ha dado la impresión de que también está bien apadrinado y me ha pedido permiso para asistir a las vistas y si le puedo dar copias de algunos modelos de mis sentencias para ir cogiendo experiencia de cómo funciona esto de impartir justicia.
Carreras meteóricas, dijo la secretaria judicial, y no precisamente por antigüedad ni por «méritos de guerra», sino simplemente por un buen apadrinamiento, al fin y al cabo eso de «jurista de reconocido prestigio» es un concepto jurídico indeterminado, a esos dos de antes, hasta su nombramiento en el Boe no los conocían más que en sus respectivas casas a la hora de comer.
Con estas palabras era evidente que la secretaria judicial no sentía gran aprecio por los que accedían a la judicatura por el cuarto turno.
Pues, si piensas así de estos que ya vienen apadrinados desde dentro del sistema, qué pensarás de mí que soy ajeno al mismo, que sólo soy un abogado trabajando ocasionalmente como juez sustituto, uno que simplemente está de paso.
A lo que la secretaria judicial contestó: los suplentes sois los apagafuegos de la Justicia, aquí en Barcelona estáis para resolver lo que otros evitan, no hay mejor servicio que el que no se presta, ese no da problema alguno, pero mira, de esos dos del cuarto turno, al primero ya lo conozco y sé lo poco o mucho que puede dar de sí, pero ese otro chico me parece muy joven y sin experiencia vital suficiente para juzgar a sus semejantes, estos días he leído un estudio de derecho comparado, realizado por un Magistrado de carrera sobre los requisitos para acceder a la judicatura en los países de la unión europea, en todos ellos hay un requisito de edad, no se puede ser juez antes de los 36 o de los 38 años, según los países, ello conlleva que a esa edad algo se ha vivido, alguna experiencia vital se tiene más allá del encierro monacal de 3, 5 o más años preparando oposiciones. Pero mira también, de nada sirve un ejército con grandes generales sin una tropa bien preparada, que cuando ordenes poner una diligencia, la funcionaria recién llegada de la bolsa de interinos no piense que estamos hablando de un carro de caballos del oeste americano.
Y para sorpresa del juez sustituto continuó la secretaria judicial: no veo mala solución la de los países anglosajones, llegar a la judicatura tras años de haber ejercido como abogado de tribunales, a diferencia de aquí, que se entra en los grandes despachos profesionales tras haber pasado por la magistratura o la fiscalía, a esto se le llama el mundo al revés, y por lo que yo he podido ver , los pocos que aquí han ingresado en la judicatura tras años como abogados, han dado muy buenos resultados y sentencias muy sensatas, además de ajustadas a derecho, al fin y al cabo ya nada puede conocerse de la ley memorísticamente, porque lo que hoy es ley, mañana una simple reforma lo convierte en papel para reciclar, por ello lo preferible es gente con sentido común y que sepa leer y escribir.