Corría el minuto 90. Al R. Madrid lo daban por muerto .Algunos espectadores cabizbajos enfilaban la salida del estadio talismán.
Eran seguidores sin fe, y, al oír el griterío ensordecedor del público regresaron de inmediato alborozados. En el último suspiro, enésimo milagro, el Madrid resucitó.
En menos de un minuto igualó la eliminatoria. Volvió la épica, la mística, la magia, con acento en esa i de permanente ilusión , como la pronuncia el hechicero, Carlo Ancelotti.
Y en la prórroga, se consumó la remontada con una victoria que eliminaba al Manchester City.
Otra noche increíble, de leyenda. Nueva gesta histórica. El circense más difícil todavía.
No busquen explicación posible. Doblete vampiresco de Rodrigo con un gol de oportunista y otro de soberbio testarazo, elevándose a lo Santillana, ante la incredulidad y perplejidad de un atónito Pep Guardiola y el incontenible entusiasmo enfervorizado de los espectadores madridistas.
Te preguntarás, ¿Milagro, suerte, fenómeno paranormal o talento, carácter, voluntad indomable, sacrificio extremo, capacidad de sufrimiento, convicción y fe ciega en la victoria, capacidad agonística, fortaleza, espíritu de superación, gestión del tiempo y de las emociones?.
Es el R. Madrid, estúpido.
Aguarda en París el histórico y legendario Liverpool.
El 28 de mayo es la cita, fuera del taumatúrgico estadio Santiago Bernabéu.
Perdurará la magia o el aficionado, socio y seguidor del R. Madrid deberá consolarse con la famosa frase, » siempre nos quedará París» que ha quedado para la posteridad, en la memoria colectiva cinéfila, como sinónimo de una suerte de antídoto contra la melancolía.
José María Torras Coll
Sabadell
INITINERE 