El R. Madrid agrandó la leyenda en su competición fetiche que desborda la sala de trofeos. No partía al inicio de la competición como el equipo favorito pero llegó a la final.
Merced a una actuación memorable, soberbia, de su inexpugnable guardameta, Courtois, un auténtico muro de contención, con paradones inverosímiles, alcanzó la gloria.
Consiguió su Décimocuarta orejona. Visto el partido hay que frotarse los ojos.
En la increíble travesía eliminó al PSG, al Chelsea, al Manchester City, a los clubs-estado, en noches épicas ,con remontadas mágicas ,in extremis, y, en la final, venció al Liverpool, de los dólares norteamericanos que disparó unas nueve veces a puerta, con cuatro o cinco grandísimas ocasiones de gol, mientras que el R. Madrid, llegó tan solo dos veces,una en un polémico fuera de fuego que invalidó el gol y la otra con el decisivo gol oportunista del joven Vinicius.Ni siquiera hizo falta la actuación del goleador Benzema.
El R. Madrid, sus fugadores, pusieron fe, esfuerzo, concentración, sacrificio y ambición inagotable y tuvieron simpre un incondicional aliado,la suerte del campeón.Un poste repelió el balón tras otra proverbial intervención del portero.
Todos los especialistas convienen en que fue un equipo inferior en el juego desplegado por sus potentes rivales,en la mayoría de los enfrentamientos,pero en el fútbol ya se sabe, gana quien consigue anotar el gol decisivo y ,en ello, el equipo merengue es maestro en el oficio, dirigido por un estratega,un carismático y experimentado entrenador talismán que parece haber hecho un conjuro con la imperecedera flor blanca.
Es un acontecimiento histórico pletórico, ocho finales disputadas y las ocho ganadas. Inimitable. Irrepetible.
Así gana el Madrid.
José María Torras Coll
Sabadell
INITINERE 