La sequía invernal, el calor extremo, el estrés de los bosques auguran un verano complicado ante el elevado riesgo de producirse incendios forestales cada vez más virulentos y devastadores. Aparecen los temibles y catastróficos incendios de sexta generación que tienen como principal característica la capacidad de modificar la meteorología del lugar donde se encuentra el fuego. Como afirman los expertos, “Son incendios devastadores en cuanto a la energía liberada, con columnas convectivas [nubes ascendentes], que dan lugar a pirocúmulos, esas nubes con forma de seta que generan una meteorología particular justo encima del fuego”.


El riesgo de producirse incendios forestales depende de varios factores, incluida la temperatura, la humedad del suelo y la presencia de árboles y arbustos entre otros. El cambio climático hace que la materia orgánica se seque con más facilidad, aumentando así el potencial de propagación de los incendios forestales. Los incendios no solo acaban con los árboles: matan y desplazan a la vida silvestre, alteran los ciclos del agua y la fertilidad del suelo, y ponen en peligro la vida y el sustento de las comunidades locales.
Aunque pudiera ser un dato desconocido y hasta incluso sorprendente, Cataluña es la región europea más boscosa.
El paulatino crecimiento de la masa forestal se atribuye a la concurrencia de varios factores confluyentes, a saber, la pérdida de campos de cultivo, al abandono de actividades agrícolas y ganaderas, al deterioro del mundo rural.
Las consecuencias ambientales y paisajísticas derivadas del cese de la actividad agraria son el resultado directo de los cambios que durante este proceso se producen en la composición específica y en el porte de la cubierta vegetal. Transcurrido un tiempo desde el cese de las actividades, los terrenos abandonados comienzan a ser colonizados por la vegetación espontánea siguiendo una progresión que comienza con formaciones de especies herbáceas y de matorral y que, en ausencia de perturbaciones externas, puede llegar a formar masas arbóreas de regeneración natural. El deterioro de la actividad agrícola se ha visto notablemente acelerado en la última década.
Otra circunstancia relevante es que el 75% de los bosques pertenece a propiedad privada. En nada ayuda a la explotación forestal, la proliferación de una amalgama de leyes sectoriales que se solapan y hasta se contradicen, ley forestal, ley sobre espacios naturales, ley sobre cambio climático, ley sobre paisajismo, leyes sobre urbanismo.
Debe abordarse con determinacion una gestión forestal integral, sensata,coherente, eficiente, en la triple vertiente, económica,social y ambiental con políticas conjuntas,transversales,sin el drama de las enmarañadas trabas burocráticas que desalientan a todos.
Los Ayuntamientos de poblaciones situadas en zonas forestales han de actualizar y adaptar los planes urbanísticos que, con el paso del tiempo y la evolución del cambio climático y el abandono de las tareas agrícolas y ganaderas, han devenido manifiestamente obsoletos.
En suma, es preciso implementar ,sin demora, nuevas políticas forestales proactivas en las que se impliquen los poderes públicos, la propiedad y la sociedad, fomentando la educación escolar en valores como la biodiversidad, promocionando carreras universitarias y empleos relacionados con la actividad forestal, como Ingeniero Forestal, o empleos dotados de una remuneración digna y atractiva, potenciando e incentivando los productos de proximidad, en consonancia con la reclamada estrategia «De la granja a la mesa»,reactivando profesiones en franca decadencia relacionadas con la gestión forestal.Dotar de instrumentos que permitan hacer frente al reto demográfico al promover la recuperación de asentamientos poblacionales que progresivamente vengan a reducir el problema de la despoblación del rural.
Recapacitemos a tiempo o perderemos el gozo de darnos unbaño de bosque ,esa gratificante y saludable práctica con propiedades terapéuticas, el contacto con la naturaleza, ir de excursión y disfrutar de la placidez y la quietud de un bosque. Debemos, entre todos ,evitar que los bosques se quemen, nos va la vida y la herencia que dejemos a futuras generaciones.
José María Torras Coll
Sabadell