Opinión Svetlana P (Socióloga)

La degradación social.

¡Qué vergüenza, aquí se juega! exclamó el corrupto jefe de policía francés en la película Casablanca.

Lo que más le ha dolido al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona sobre los disturbios durante las antaño pacíficas y familiares fiestas de la Merced y ahora coto de actuación de los vándalos, ha sido que la gente ha podido ver en directo y en tiempo real por TV los destrozos y a los destrozadores, sin contar con el chico asesinado a la entrada-salida del metro que quieren hacernos creer que es un hecho ajeno a lo anterior.

Un mando policial ha identificado a los vándalos, entre 600 y 700, todos originarios del mismo país, Vandália, seamos prudente en los nombres, los cuales aprovechan siempre que se les presenta la ocasión, que en la Barcelona actual es cada día, para robar, saquear y si se tercia acuchillar.

Entre 600 y 700 individuos son el equivalente a seis o siete compañías completas de fusileros en el ejército ucraniano, es allí donde habría que enviar a toda esa gente: «¿no tenéis tantas ganas de lucha y saqueo?, pues ahí tenéis a los tanques rusos, id y enfrentaos con ellos «.

¡Qué vergüenza, aquí se juega! dicen ahora escandalizados los que, no sólo con su con su laxitud, han convertido Barcelona y su área metropolitana en un vertedero. La población local empieza a abrir los ojos, ya es algo, porque hasta ahora lo normal era mirar para otro lado: (han ocupado la casa de una anciana mientras estaba unos días ingresada en urgencias, está mal, pero como no es mi casa; han acuchillado a un chico a la salida del metro, está mal, pero como no es mi hijo; han violado salvajememente entre varios a una chica que iba por la calle, está mal, pero seguro que ella algo ha tenido que ver; y así suma y sigue). Si en cada elección repiten los mismos que tanto han contribuido al asentamiento del mal del que en privado tanto se quejan muchos, tenemos que pensar que el cuerpo electoral o está gravemente enfermo o simplemente es masoquista.

Es un hecho innegable que los barrios y los centros de las ciudades catalanas se están degradado hasta extremos insoportables para muchos de sus antiguos vecinos que huyen de los mismos a la menor oportunidad. ¿Alguien se ha parado a pensar el por qué tanta gente mantiene perros peligrosos en sus viviendas? La degradación urbana y social no ha caído de repente del cielo, ha sido un lento y largo decaimiento a lo largo de los últimos 15 años.

Los comunistas son gente de orden, quizás por ello en los 20 años de gobierno farresista en Sabadell no hubo una sola ocupación; cuando los de siempre intentaron ocupar los antiguos pisos de maestros en los colegios públicos, manu militari el alcalde comunista mandó tapiarlos; cuando otros intentaron ocupar el antiguo edificio llamado de «La Obrera», el alcalde comunista, manu militare ordenó su demolición y no hicieron falta ni leyes nuevas ni jueces, sólo liderazgo y voluntad de actuar. Lo dicho, los comunistas eran gente de orden y había cosas por las que no pasaban.

En la ciudad de Sabadell, el punto de inflexión que ha acelerado el proceso de degradación de los barrios y del centro, quizás haya sido el denominado “Caso Mercurio” que saltó a la prensa el mes de octubre de 2012, y que tras 10 años sigue judicialmente sin cerrarse confirmando el principio de que la justicia lenta es una forma de injusticia. A partir del caso mercurio el caos se adueña de la ciudad y no tanto por la crisis que ya empezaba a pegar fuerte, sino por el desgobierno en que la ciudad se vio sumida, desgobierno fomentado por un sector de las autoridades locales que no hicieron sino consumar el paso del Rubicón sin posibilidad ya de vuelta atrás convirtiendo lo que era una ciudad próspera en lo que no debería ser y es. El que tenga ojos para ver que vea y el que no que se dé una vuelta por los barrios o por el centro, es igual.

La periferia ha quedado repartida en guetos étnicos, de donde la población originaria huye. El tema no tiene visos de mejorar, no tardaremos mucho en ver calles o zonas donde la propia policía no se atreva a entrar, de hecho esto ya es así y valga como ejemplo algún sitio concreto donde los operarios que han de quitar los enganches  ilegales al tendido eléctrico no entran en el barrio si no van acompañados por una dotación importantísima de policía antidisturbios, ni que decir tiene que nada más abandonar el barrio las furgonas de la antidisturbios, los enganches ilegales se vuelven a producir en tiempo record, lo cual no hace sino poner de manifiesto que en este barrio y no es el único, ya no hay ley, como sin duda puede apreciarse en el hecho de que han de ser los policías los que tapen sus rostros con pasamontañas, cosa hasta ahora vista sólo por TV y en países donde la vida humana no vale nada. ¿Acabarán los jueces también trabajando con pasamontañas?.

La degradación social y la correspondiente inseguridad que comporta van extendiéndose como una mancha de aceite, situación que va a ser muy difícil y se tardará mucho tiempo en poder revertir, si es que realmente hay voluntad de revertir la situación.

Svetlana P. (Socióloga)

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