Estos días en televisión entre anuncio y anuncio nos obsequian con, no sé exactamente como definirlo, quizás un anuncio más, en el que se oye de fondo unas palabras del bueno del Fary donde nos habla del hombre endeble, “ese hombre del carrito de la compra…” con el que el Fary naturalmente no se identifica porque dice el Fary que “el hombre ha de estar en su sitio y la mujer en el suyo”.
Ciertamente que el pequeño publirreportaje está tan mal hecho que al principio piensas que es una alabanza hacia la posición del Fary de que el hombre ha de estar en su sitio y la mujer en el suyo y, sólo al final te das cuenta que sólo es otro reportaje más de la propaganda progre.


Los progres suelen ser una especie social muy curiosa, pocos de ellos, por no decir ninguno, provienen de la clase trabajadora, suelen ser un producto de familias acomodadas y de la escuela concertada, será por ello que ponen al bueno del Fary como ejemplo de lo que un hombre progresista no debe ser, y de paso dejan al bueno del Fary como si fuera un cavernícola: “el hombre ha de estar en su sitio y la mujer en el suyo”.
La indiosincracia de estas gentes les hace ignorar que el Fary, ya fallecido, pertenece a una época en la que no había electrodomésticos, ni guarderías para los hijos, ni anticonceptivos, y mucho menos generosos subsidios como los que ahora disfrutan los que nunca han cotizado nada para tener derecho a los mismos.
Para la generación del Fary y en concreto para los de su clase social, la vida era muy dura, las familias eran numerosas y tenían que salir adelante con sus propios medios, trabajando, pluriempleado muchas veces el padre y criando a los hijos en casa la madre, “el hombre tenía que estar en su sitio y la mujer en el suyo”, no había otra si se quería salir adelante, había que ser duro, en ocasiones muy duro, si se les moría un hijo, acabado el sepelio había que volver a la fábrica, hacer de tripas corazón y seguir luchando por los que aún estaban vivos, no había tiempo para endebleces si se quería sacar la familia adelante, la depresión era una palabra desconocida para estas familias.
La progresía no ha tenido este tipo de vivencias, de ahí su tendencia a la “endeblez de pensamiento» al tildar de machismo lo que simplemente era la división de funciones a las que a estas familias les obligaba la vida, y en esta endeblez de pensamiento se permiten ridiculizar unas palabras del Fary sacadas de contexto, efectivamente gracias a que en aquellos duros años el hombre estaba en su sitio y la mujer en el suyo” las familias trabajadoras sacaban a sus hijos adelante, porque el “hombre estaba en su sitio y la mujer en el suyo”, casi no existían desertores, el bienestar del grupo familiar estaba por encima del capricho o del deseo individual.
Aquello que ahora llaman machismo no era sino necesidad provocada por la subsistencia.
Si estas gentes quieren encontrar machismo de verdad, podrían buscarlo y lo encontrarían rápidamente en el modelo de sociedad a cuya creación tanto han contribuido. Para machismo de verdad el de una parte muy significativa de la juventud actual, sólo hay que ver las letras de las canciones de moda, en todas se clama hasta extremos exacerbados por el derecho de propiedad, la frase más suave y concurrida es aquella de “tú eres mía y yo soy tuyo…” pero hay otras, y sobre todo hay la “cosificación” de la mujer, la mujer joven sólo es un cuerpo, se le niega otra condición que no sea esa, un objeto de disfrute, pero de disfrute que ella normalmente no decide, porque “tú eres mía …” y ¡ay como se te olvide quien es el propietario de tu cuerpo que soy yo y nadie más que yo!, nunca hasta ahora se habían dado tantos casos de asesinatos de mujeres jóvenes, en algunos casos muy jóvenes, a manos de sus parejas.
Esto debería de hacernos reflexionar sobre qué tipo de juventud estamos educando, porque no estamos hablando de individuos de la dura generación del Fary, estamos hablando de chicos y chicas (ojo con ellas, que a muchas les van los chicos malotes), que se han criado en libertad, que se han criado en la igualdad de derechos hombre-mujer, que en definitiva los han educado para que sean “el hombre endeble” que critica el Fary.
¿Qué ha fallado entonces para que una parte significativa de los que tenían que ser endebles se hayan pasado al machismo puro y duro?.
Resulta chocante que tanta endeblez esté surtiendo un efecto boomerang, que conlleva en muchos casos que para estos “supuestos endebles” las chicas se hayan convertido en objetos de usar y tirar, pocos acceden al compromiso, perdido el misterio y llegadas las primeras dificultades llega también la deserción y no será porque no haya chicas guapas y bien preparadas que valgan la pena, que además pueden valerse por sí mismas, siendo ya un hecho indiscutible que en todas las profesiones la mujer está sobrepasando al hombre, el nivel de las chicas ha subido al mismo tiempo que el de los chicos ha bajado. Teniendo en cuenta que es un interés de la propia Naturaleza que en todas las especies nazcan más individuos del género femenino que del género masculino, ocurre un fenómeno que nunca se había dado antes como es el hecho de la escasez de eso que en las películas antiguas definían como un “hombre de verdad”, que unido a la falta de compromiso de la mayoría y a lo extraordinario de bastantes de las chicas, no nos debe de extrañar que un porcentaje significativo de ellas no se conforme con lo que hay en «el mercao» y que las relaciones de pareja estén tan en crisis.