Las reacciones no se han hecho esperar al trascender que la famosa presentadora, Ana Obregón, a sus 68 años, acaba de ser madre mediante gestación comercial subrogada.
Dentro de las novedosas tipologías de familia auspiciadas por el anteproyecto que ha aprobado el Consejo de Ministros podemos incorporar el de una familia monoparental de la tercera edad con una niña nacida por gestación subrogada.


Se reabre el intenso debate sobre un floreciente negocio alimentado por el compulsivo deseo de muchas personas de tener un hijo.
El debate de los vientres de alquiler es complejo y presenta muchas aristas. Ciudadanas y ciudadanos españoles acuden para satisfacer sus anhelos maternales a países como EE.UU. o Ucrania, dotados con una legislación más permisiva.
Deseo, el de tener un descendiente, si se quiere, legítimo pero no a toda costa, a cualquier precio, convirtiendo a los niños en simples mercancías, en objetos, cosificando al niño.
El Comité de Bioética de España considera que “el deseo de una persona de tener un hijo, por muy noble que sea, no puede realizarse a costa de los derechos de otras personas” y que el contrato de gestación por sustitución entraña una explotación de la mujer gestante y un daño a los intereses superiores del menor.
A su vez, el Parlamento Europeo ha condenado la gestación por sustitución, por estimarla contraria a la dignidad humana de la mujer, ya que su cuerpo y sus funciones reproductivas se utilizan como una materia prima, lo que aconsejaría, a su criterio, prohibir esta práctica.
Y la relatora especial de la ONU sobre la venta y explotación sexual de niños advierte que “la gestación subrogada es una práctica en crecimiento que, si no se regula, va a perjudicar los derechos de las madres y sus hijos”, añadiendo que, cuando comporta transacción comercial, equivale de hecho a la venta de niños.
Es para muchos una práctica repudiable que encierra la detestable violencia reproductiva, contraria a la dignidad de la mujer que hace mella en las mujeres precarizadas, vulnerables, mujeres invisibles, víctimas de los vientres de alquiler.
Su cuerpo se usa como materia prima, se convierte en objeto de lucro.
Atenta a los derechos de las mujeres y de los niños.
Ni la maternidad subrogada parece natural ni es aconsejable a edades avanzadas.
Los vínculos bioquímicos y psicológicos que se establecen entre madre e hijo durante los nueve meses de gestación, inevitablemente quedan cercenados cuando el fruto del embarazo es entregado a los padres finales que un día encargaron a los biológicos una maternidad subrogada.
Se trata de una maternidad incompatible con la naturaleza humana y con nuestra propia legislación.
Es una maternidad egoísta, egocéntrica, concebida como un derecho.
La gestación subrogada es el privilegio, casi un lujo al alcance de pocos. Es una maternidad sobrevenida por transferencia bancaria.
Como se ha escrito es la tiranía de la ilusión que se eleva a valor supremo al margen de la realidad biológica o de la noción elemental de que las leyes no se hicieron para los caprichos.
La imagen de la celebridad mediática, portando en sus brazos al bebé, sentada en una silla de ruedas, empujada por una sanitaria, a la salida del Hospital, donde nació la criatura ,como si se tratase de la madre biológica gestante, es impactante.
Como enfatizó el Tribunal Supremo no es menester hacer un gran esfuerzo de imaginación para representarse una cabal idea de la situación económica y social de vulnerabilidad en la que se encuentran las mujeres que aceptan someterse a ese trato inhumano y degradante que vulnera los más elementales derechos a la intimidad, a la integridad física y moral, a ser tratada como una persona libre ay autónoma dotada de dignidad propia de todo ser humano.
La dignidad de la vida humana, el interés superior y prevalente de cualquier menor y la protección de las mujeres en situación de vulnerabilidad deberían priorizarse por encima del creciente imperio de la voluntad al que la tecnología asistirá de forma creciente.
La dimensión global de ese fenómeno requiere una contundente respuesta internacional en pro de la abolición universal de la gestación subrogada mercantilizada.
José María Torras Coll
Sabadell