El proximo domingo 23 de abril, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Cervantes, cuya obra cumbre, el Quijote, es el libro más traducido y leído en el mundo mundial, tras la Biblia, se celebra en Cataluña el día de Sant Jordi, que quizás sea el día más bonito y la auténtica fiesta nacional de Cataluña, donde es costumbre el regalo del libros y rosas. Entre los muchos libros que se podrían leer, si nos gusta la Historia, puede traerse a colación la obra «The spanish pionners» de un autor norteamericano, ya fallecido, donde nos aporta una visión sobre la obra de España en América, cuya lectura es recomendable para quienes estén interesado en saber el por qué la cultura hispánica ha producido y sigue produciendo, en los no españoles, una fascinación sin par. Su riqueza es excepcional y en América desplegó un desarrollo inconmensurable.
Uno de los personajes maravillados por esta cultura y los rastros de las exploraciones con su grandes proezas fue el periodista, historiador, fotógrafo, poeta, hispanista, bibliotecario y activista defensor de los derechos de los amerindios, el estadounidense Charles Fletcher Lummis (Lynn, Massachusetts, 1 de marzo de 1859 – Los Angeles, 24 de noviembre de 1928).


Han sido pocos los que han sabido reconocer con tanta finura como él el notable legado español en las Américas.
Lummis se formó en Havard, donde publicó con gran éxito algunos poemas, siendo compañero de promoción de quien posteriormente sería presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt. En 1884 fue contratado por el periódico Los Angeles Time y se propuso cubrir a pie una ruta de 5.600 km. a lo largo de 143 días por el Estado de Nuevo México. Esta aventura determinó para siempre su pasión por el mundo indígena y español. Transcribió y publicó su experiencia en A Trams Across the Continent (1892)


En 1888 marchó a San Mateo (Nuevo México) para recuperarse de una parálisis; allí inició los estudios sobre los indios Pueblo; amenazado de muerte, a raíz de la publicación de sus artículos sobre jefes locales corruptos, se instaló en la comarca indígena de la Isleta donde trabó amistad con dos especialistas de las culturas amerindias, el arqueólogo Adolph Bandelier y el padre Anton Docher.


Lummis también defendió infatigablemente a los indios Hopo y fundó el Landmarks Club of Southen California para preservar las misiones españolas creadas por Fray Junípero Serra. En 1892 publicó Some Strange Corners of Our Country.
En 1893 publicó The Spanish Pioneers, sobre la conquista española de América, traducida al español por Arturo Cuyás, traducción financiada por el filántropo Juan Cebrián Cervera. En dicha obra, Lummis valora en especial el mestizaje de la cultura española contra el racismo anglosajón de su tiempo, tal como lo recalca en su prólogo:
Porque creo que todo joven sajón-americano ama la justicia y admira el heroísmo como yo, me he dedicado a escribir este libro. La razón de que no hayamos hecho justicia a los exploradores españoles es, sencillamente, porque hemos sido mal informados. Su historia no tiene paralelo; pero nuestros libros de texto no han reconocido esta verdad, si bien ahora ya no se atreven a disputarla. Gracias a la nueva escuela de historia americana vamos ya aprendiendo esa verdad, que se gozará en conocer todo americano de sentimientos varoniles. En este país de hombres libres y valientes, el prejuicio de la raza, la más supina de todas las ignorancias humanas, debe desaparecer.
Entre 1893 y 1894, Lummis estuvo diez meses en Perú. Editó entonces una revista, Land of Sunshine —que retituló en 1901 Out West—, donde publicó obras de famosos escritores, como John. Muir y Jack London. En los once años que tuvo ese cargo, publicó más de quinientos títulos en estas publicaciones.
Fue varios años bibliotecario municipal de la ciudad de Los Angeles y fundó el Southweat Museum en 1914; su casa de El Alisal acabó siendo la sede de la Historical Society of Southern California.
Su admirable escritura no se construía en el vacío; sus historias se apoyaban en las vivencias reales y las expediciones para tener conocimiento de primera mano. Su vida, llena de azarosas travesías, le llevó a toparse y deslumbrarse con pueblos indígenas educados, higiénicos y bien organizados, cuya procedencia civilizatoria no era anglosajona, sino española.
Sus viajes por el Oeste americano le hicieron admirar al misionero español fray Junípero Serra y a descubrir la labor de gente como él en el pasado. Se asombró con el trabajo de las misiones españolas que tanto contrastaban en el trato a los nativos americanos con la acción de los ingleses. Estaba claro, la experiencia colonizadora por parte de España era muy distinta de la británica y de la apropiación de territorio estadounidense.
Entre la colonización inglesa y la española Lummis no dudó: “una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles —casi tan notable como la misma exploración— es el espíritu humanitario y progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó a sus instituciones. Algunas historias que han perdurado, pintan a esta heroica nación como cruel para los indios; pero la verdad es que la conducta de España en este particular debiera avergonzarnos. La legislación española referente a los indios de todas partes era incomparablemente más extensa, más comprensiva, más sistemática, y más humanitaria que la de Gran Bretaña, la de las colonias y la de los Estados Unidos todas juntas”.