Crítica literaria y de cine

Un parell d’ous.

Película de 1985, dirigida por Francès Belmunt e interpretada por Angel Alcázar, de quien nunca más se supo, y por una, entonces, bellísima Eva Cobo. Faltaban aún dos años para que, el último día de agosto de 1987, TV3 hiciera su emisión en prácticas con la película inglesa, doblada al catalán, «Amanecer Zulú » (hay que ver los bien que saben vender los ingleses sus derrotas militares.)

Un parell d’ous tiene la particularidad de ser una de las primeras películas de cine en catalán y pudo verse en el añorado Euterpe (Sabadell era un ciudad de cines, ¡era!). El argumento es el recurrente de siempre: las obsesiones sexuales de las clases altas de Barcelona educadas en la represión sexual en sus colegios elitistas que envidian lo mucho que ejercen sexualmente las clases bajas.

Angel Alcázar, en el papel de un yupi barcelonés, a pesar de su mucha pasta y su coche potente, no logra conquistar a Eva Cobo, una superpija disfrazada de «quilla», a la que le van más los chicos malotes y gamberros, (para quien no recuerde cómo eran los «quillos», producto del momento histórico de la Transición, puede ilustrarse con la relectura del cómic «Maki navaja el último chorizo»).

La escena del intercambio del motor entre el del BMW del protagonista y el del seat 600 del grupo de los quillos no tiene desperdicio, esta escena, como otras mucha, rezuma el haber bebido en las fuentes de «Grease», con la diferencia de que en Grease la inolvidable Olivia Newton John es la chica formal que quiere conquistar al gamberro John Travolta, mientras que en «Un parell d’ous» es el chico formal, que se disfraza de gamberro para así gustar a la bella Eva Cobo, ya se sabe, la formalidad es aburrida, la peligrosidad es excitante.

El año anterior a «Un parell d’ous», Angel Alcázar interpretó el que sin duda fue el papel de su vida: Manuel Reyes, el «Pijoaparte», de la novela de Juan Marsé «Ultimas tardes con Teresa».

Como de costumbre la película se queda corta respecto de la novela, pero sigue siendo interesante la visión que nos da de una Barcelona dividida en clases muy distanciadas donde la barrera social y de lengua es la misma.

A pesar de los años transcurridos, últimas tardes con Teresa es película y novela de obligada lectura. Aquí el argumento también toca lo mismo: la envidia que sienten los ricos por lo felices que en apariencia son los pobres y la envidia que sienten los pobres por las muchas oportunidades que tienen los ricos.

Volviendo a «Un parell de Ous», el cine estaba lleno, como cada sábado por la noche en aquellos años, pero era de notar una cosa curiosa, que persiste hoy día, el cine en catalán, como la prensa en catalán, no acaba de atraer ni a los catalano parlantes. Ni lo alabo ni lo critico, me limito a constatar un hecho.

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