Con el reciente comunicado de siete condenados por delito de sangre, por terrorismo, la formación abertzale, EH Bildu, trata de mitigar el impacto producido, el desafío, la provocación, la arrogancia, el desprecio y la humillación que supone figurar como candidatos en las listas electorales.


Ante la repulsa e indignación generalizada, ante el desafío a la indecencia, los condenados manifiestan que jamás tomarán posesión de sus cargos si resultan elegidos. Que quieren contribuir a la paz y a la construcción de la convivencia.
Sin embargo, no han acudido a la Junta Electoral para formalizar por escrito la renuncia a las actas. Siguen figurando en las listas. Repárese en que aún hay 34 condenados por terrorismo que continúan dispuestos a recoger sus actas si son elegidos.
Textualmente aseveran los comunicantes, con palabras medidas, “para no añadir dolor a quienes han sufrido”. Pero omiten a las víctimas, no expresan de forma clara, inequívoca y categórica ni su arrepentimiento ni el perdón por sus execrables acciones. Se trata de un paladino ejercicio de cinismo.
Todo obedece a una estrategia electoral calculada.
Cabe preguntarse, con ese edulcorado mensaje, en qué sana conciencia, una persona de bien, puede depositar su voto, sin resquicio de remordimiento, a una lista manchada de sangre.
Para contribuir de verdad a la conformación de una sociedad democrática, plural, justa, en paz, en armonía y convivencia, hace falta más implicación y determinación.
Afirman los comunicantes que no quieren un futuro sin pasado. Deberían construir un presente empático para edificar un futuro esperanzador.
José María Torras Coll
Sabadell
No esperaba menos de José María, conociéndole como le conozco de los heroicos tiempos de Cerdanyola. Mis respetos
Me gustaMe gusta