Putin, en una de sus intervenciones, para tratar de justificar lo que no tiene explicación ni justificación alguna, pretexta, en cínica clave fraternal, que lo que sibilinamente llama operación militar especial que, en realidad, es una invasión bélica de un estado libre y soberano, obedece a la necesidad de hermanar rusos y ucranianos, al considerar que forman un solo pueblo.


Luego, si los considera hermanos por qué somete de forma inmisericorde a los ucranianos, a sangre y fuego , e incluso los ataca y persigue cuando, desesperadamente, huyen indefensos de la atrocidad y formula la inmoral propuesta de usar corredores humanos que conducen a Rusia y Bielorrusia, como el pastor que lleva al ganado a su redil, lanzando despiadadamente misiles y bombardeando miserablemente a la indefensa población civil en su travesía para salir del infierno, del horror, hacia el mundo civilizado, dejando atrás sus viviendas, sus pertenencias, sus recuerdos ,sus seres queridos ,hombres militarizados, combatiendo por la libertad, haciendo jirones parte de su vital existencia.
Acaso el tirano, ofuscado en su alicorta visión arcana de la historia, sufre el síndrome del nido vacío, en su versión más cruel y enfermiza, al no admitir que «sus hijos» abandonen «el hogar» para realizar su proyecto de vida, emanciparse y vivir en paz con plena dignidad y libertad.
Huelgan trasnochados paternalismos ancestrales imbuidos de desmedidas ansias de poder autocráticas. Se impone, cuanto antes, la cordura y la recapacitación sobre la realidad de la civilización en la era actual.
José María Torras Coll
Sabadell