El pasado sábado, día 11 de junio, en el centro de Sabadell, donde se emplaza el Mercado Municipal de abastos, al dirigirme a recoger el vehículo estacionado en el parquing subterráneo de la empresa concesionaria Saba ,tropecé con un saliente, un escalón intermedio de muy poca altura, sin diferencia cromática entre el nivel del suelo pavimentado y dicha protuberancia, sin señalización que advirtiese el obstáculo, ni banda coloreada para percibirlo, visualmente de difícil apreciación siendo un desnivel con continuidad de color y material, ubicado en zona arbolada con cierta penumbra. Sufrí una aparatosa caída con graves consecuencias: fractura de la cabeza del húmero con desplazamiento y afectación de la parrilla costal con ingreso y estancia hospitalaria pendiente de intervención quirúrgica. El fatídico escalón, de escasísima altura, se halla situado en un itinerario peatonal de obligada accesibilidad para entrar en el parking público.

Quiero agradecer de todo corazón las innumerables muestras de apoyo, la inmediata y cariñosa ayuda y atención de quienes me ayudaron a levantarme y avisaron a la ambulancia.
Esas muestras ejemplares de humanidad y solidaridad ciudadana lamentablemente contrastan con la actitud y actuación policial. No tengo constancia de que tomasen fotos del lugar del accidente, ni anotasen ni recibiesen manifestación a los testigos.
Uno de los agentes, ante el clamor vecinal e indignación por las numerosas caídas que por idéntico obstáculo se habían producido en ese lugar de tránsito peatonal, replicó que no había motivo para formular una reclamación. Es más, le hizo un comentario inapropiado a una de las testigos diciéndole que la culpa era mía, y llegó a manifestarle a mi hijo que no se trataba de un desperfecto en la calzada, sino de un obstáculo y, en cualquier caso, desplazó esa hipotética responsabilidad en la empresa concesionaria y lo hizo mientras me tomaban las constantes vitales en el interior de la ambulancia.
El agente defendió a capa y espada al Ayuntamiento. Parece que tiene interiorizado que debe anteponer los intereses de la Administración Local, en detrimento de la prestación del servicio público a la ciudadanía.
Era el policía de turno que pontificaba sobre la responsabilidad patrimonial de la Administración. Una muestra elocuente de extralimitación de funciones, erigiéndose en improvisado juez que emite veredicto de culpabilidad del accidentado.
Confío en que las autoridades competentes tomen buena nota de ello y actúen de inmediato en consecuencia, eliminando ese obstáculo antes de que se produzca otro desgraciado accidente que por harto previsible, debe ser a toda costa evitable, corrigiendo esa anomalía de resalte que puede convertirse en una trampa mortal.
José María Torras Coll
Sabadell