La aplicación de las medidas de eficiencia energética comportará, entre otras cosas, que el alumbrado de los escaparates deba mantenerse apagado desde las 22 horas. Ello incidirá en el reclamo lumínico incentivador de la venta de artículos en plena temporada turística.
En los restaurantes, cafeterías y hoteles deberá establecerse una refrigeración no inferir a 27 grados C, lo que, en zonas tórridas, resultará incómodo, molesto y puede que hasta insoportable para los clientes y comensales.


Las irreflexivas alegrías del derroche durante estas ansiadas vacaciones, las más caras de la historia, pueden pasar hiriente factura en otoño con muchas limitaciones y estrecheces ante la falta de previsión de ahorro.
Uno tiene la impresión que, el contexto bélico de Ucrania, el calentamiento global, el cambio climático, el suministro alimenticio, la economía monetaria, tras la subida de tipos de interés, constituyen sobrevenidos aliados pretextos ante un sistema económico capitalista que ofrece serios síntomas de agotamiento, visos de colapsar.
La Vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, cambia su discurso y admite que «vienen curvas» y no descarta una recesión. Señala que «estamos en un momento de una elevadísima incertidumbre» y advierte que «hay que prepararse para lo peor esperando que no suceda».
Agárrense que vienen curvas. Reconoce que son muchos los factores de incertidumbre que hace que sea particularmente difícil tratar de anticipar lo que vaya suceder.
Se vaticina una recesión económica, con un IPC desatado, incremento del desempleo, caída estrepitosa en el sector de automoción, descenso en la comercialización inmobiliaria, etc.
En el inmediato horizonte sombrío se divisan nubarrones y no parece que lo sean anunciando las esperadas generosas lluvias para paliar la severa sequía con amenaza de restricciones del consumo de agua.
Se otean tiempos de oscuridad, calles y monumentos carentes de alumbrado, con creciente sensación de inseguridad ciudadana. Tiempos de tristeza, de melancolía y hasta de pobreza.
No es una visión catastrofista, sino realista, de quien pretende estar bien informado, de lo que se avecina.
Deberemos concienciarnos de que vienen tiempos muy difíciles con profundos cambios sociales. Por el retrovisor veremos como se aleja de nuestra nostálgica mirada el estado de bienestar que conocimos en tiempos de bonanza.
José María Torras Coll
Sabadell